Santa Marta, la ciudad más antigua de América del Sur, posee un patrimonio arquitectónico inigualable que evoca los tiempos de la bonanza bananera.
La Sierra Nevada de Santa Marta, cuya compleja red de ecosistemas es única en el planeta, oculta vestigios arqueológicos de la cultura Tayrona como Pueblito y Ciudad Perdida, con sus enigmáticas terrazas y caminos prehispánicos prodigiosamente trazados y pueblos indígenas como los kogis y arhuacos, de profunda sabiduría cósmica.
La Sierra Nevada de Santa Marta, cuya compleja red de ecosistemas es única en el planeta, oculta vestigios arqueológicos de la cultura Tayrona como Pueblito y Ciudad Perdida, con sus enigmáticas terrazas y caminos prehispánicos prodigiosamente trazados y pueblos indígenas como los kogis y arhuacos, de profunda sabiduría cósmica.
Las playas del Parque Nacional Natural Tayrona, enmarcadas por una naturaleza virgen y exuberante, han sido reconocidas entre las más bellas del mundo. Los ríos que bajan desde los glaciares de la Sierra Nevada buscando el mar Caribe están poblados por bandadas de loros, infinita variedad de aves y manadas de monos aulladores que informan con su bullicio a los demás habitantes de la selva la presencia de excursionistas.
La Ciénaga Grande de Santa Marta es escenario de amaneceres surreales en los que la línea del horizonte se esfuma y el visitante no sabe si navega por el cielo o vuela por sus aguas. Taganga, en cambio, donde almorzar en uno de los kioskos de la playa constituye una experiencia inolvidable, es famosa por sus atardeceres. La exuberante biodiversidad de la región es objeto de estudio de científicos de todo el orbe que vienen a esta tierra de misterios a visitar sus increíbles parques nacionales y santuarios de fauna y flora.
La Ciénaga Grande de Santa Marta es escenario de amaneceres surreales en los que la línea del horizonte se esfuma y el visitante no sabe si navega por el cielo o vuela por sus aguas. Taganga, en cambio, donde almorzar en uno de los kioskos de la playa constituye una experiencia inolvidable, es famosa por sus atardeceres. La exuberante biodiversidad de la región es objeto de estudio de científicos de todo el orbe que vienen a esta tierra de misterios a visitar sus increíbles parques nacionales y santuarios de fauna y flora.
La Quinta de San Pedro Alejandrino es el sitio donde murió Simón Bolívar en 1830. Fue declarada por el Gobierno Nacional como Santuario de la Patria y allí funciona el Museo Bolivariano que conserva los objetos personales del Libertador. Su aspecto exterior destaca por unos hermosos jardines en los que proliferan las especies nativas.
informacion: www.colombiatravel.com
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